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domingo, 29 de septiembre de 2013

Juegos para estimular el habla del bebé

Fuente: Eroski Consumer

Los juegos con sonidos ayudan al bebé en sus primeros balbuceos, pero también hay otros que sirven para ampliar el vocabulario del niño.

Aprender a hablar es un proceso instintivo y natural, pero los adultos pueden ayudar. Estimular al niño desde que emite sus primeros balbuceos hasta que es capaz de pronunciar las primeras frases es fundamental para el desarrollo lingüístico del pequeño, según algunos especialistas. Os proponemos ocho juegos que ayudan al bebé a aprender a hablar y ofrecen consejos para ayudarle en este camino.

Del balbuceo a las palabras. Este es el primer camino por el lenguaje que recorre el bebé. Comienza cuando emite sus primeros fonemas, alrededor de los siete o nueve meses. Cuando cumple los 12 o 15 meses, ya suele ser capaz de denominar algo por su nombre. A partir de entonces, y hasta que alcanza los cinco años, el pequeño desarrolla su capacidad lingüística. Amplía poco a poco su vocabulario y aprende a construir frases completas. El niño aprende a hablar.

Este aprendizaje se produce de forma natural, pero adaptado al ritmo y características de cada menor. Sin embargo, hay juegos y actividades con las que se puede apoyar el habla del bebé. "La actitud de los padres no debe ser pasiva".

El medio que rodea al niño tiene un papel muy relevante en su desarrollo del habla. "Desde las primeras edades, el entrenamiento auditivo es la base para el correcto desarrollo de la comunicación oral".

A continuación explicamos algunos juegos para apoyar a los pequeños en su aprendizaje del habla.

Los juegos son divertidos para el niño, pero, además, le pueden ayudar a aprender a hablar.

1. El traductor de sonidos

Un buen ejercicio para que el pequeño aprenda a discriminar los sonidos y los relacione con el lenguaje es hacer de traductor de sonidos. Para ello, el adulto debe traducir con la palabra correspondiente los sonidos y ruidos cotidianos que se producen de forma habitual, como el timbre de la puerta, la lavadora o el teléfono. También se pueden utilizar los de la calle: una sirena, pitidos, un perro o coches. Y los de la naturaleza: un pájaro, el viento, la lluvia, etc.

2. ¿Dónde estoy?

Con este juego se puede enseñar a los más pequeños a localizar el origen del sonido. El adulto se puede ocultar en distintas partes de la casa y emitir un sonido desde su escondite. También se puede hacer esta actividad con la ayuda de un juguete sonoro.

3. ¡Saca la lengua!

Una buena idea para trabajar la motricidad labiolingual es decirle al pequeño que su cara es una casita, en la que los ojos son ventanas, la nariz el timbre, la boca la puerta y la lengua un amigo que está dentro de ella.

Este juego permite entrenar los movimientos. Para ello, hay que pedir al niño que llame al timbre, abra la puerta y que deje salir (y volver a entrar después) a su amigo para dar un paseo.

4. Vamos a soplar

Para aprender a articular bien las palabras, el niño debe ejercitar la respiración y también aprender a acompasar el ritmo de la misma. Un buen ejercicio para ello es jugar a hinchar globos.

Otra propuesta es colocar pequeñas bolitas de papel o de algodón sobre una superficie lisa y soplar sobre ellas para lograr que lleguen las primeras a la meta.

5. La orquesta

Este juego permite relacionar el lenguaje gestual con el oral a través de los sonidos. En este caso, será la música la que estimule el habla del niño.

El adulto enseña al pequeño los diferentes sonidos de los instrumentos musicales a la vez que realiza el gesto que le corresponde (simula que los toca). Así, el tambor será pon, pon, pon, la trompeta pa, pa, pa y la guitarra ran, ran, ran. El pequeño debe identificar cada gesto y responder con la onomatopeya correspondiente.

Tres juegos para ampliar y reforzar el vocabulario del niño

Cuando el pequeño ya ha aprendido a expresar sus primeras palabras, se puede estimular y reforzar su vocabulario. Para ello existen otros juegos útiles, que le permiten, además, entender el significado.

Estas son algunas propuestas:


1. ¿Qué hay ahí?

Un cuento con ilustraciones para niños, una lámina o una revista servirán para ayudar al pequeño a ampliar el vocabulario. El juego consiste en contemplar juntos las imágenes y pedirle que señale y enuncie lo que ve en ellas. Cuando no sepa el nombre de alguna de las cosas que observa, el adulto debe decirle qué es y hacerle una breve descripción.

2. El tren de las palabras

"Llevo un vagón de... (fruta, animales, colores, etc)". A partir de esta frase el niño y el adulto empiezan a llenar el tren con palabras de la familia elegida. El adulto puede incorporar las menos usuales para que el pequeño pueda participar de forma activa en el juego, a la vez que aprende nuevas palabras.

3. Veo, veo

Este clásico juego enseña al niño a describir cosas y le ayuda a desarrollar vocabulario. El menor (o el adulto) elige un objeto que esté a la vista y comienza a dar pistas, entre ellas, su color, la letra por la que empieza o su situación. El turno termina cuando el otro jugador adivina qué es.

Consejos para no frenar el habla del niño
  • Dejarle hablar. No interrumpir al niño cuando quiere expresarse para corregirle, ni terminar las frases por él para acelerar la conversación.
  • Aprovechar cualquier ocasión para introducir más vocabulario, explicarle las palabras nuevas y su significado.
  • Leer con el pequeño cada día y dejarle participar de forma activa en la lectura. Hay que responder a sus preguntas sobre ella.
  • No corregirle cuando articule mal una palabra. Es mejor introducir el término de forma correcta de nuevo en la conversación.
  • Los padres son el principal modelo lingüístico para el niño. Por eso hay que cuidar el propio vocabulario y evitar utilizar un lenguaje infantilizado con el pequeño.

martes, 24 de septiembre de 2013

El masaje infantil

El masaje es un medio para mejorar la relajación infantil y proporciona a los niños múltiples beneficios.

Estimula el sistema circulatorio y el inmunológico, les ayuda a respirar mejor y favorece la digestión.

Es uno de los momentos preferidos de los pequeños. Durante los masajes, los niños sienten una sensación muy agradable porque el contacto corporal les tranquiliza a la vez que les transmite seguridad emocional.

Si el masaje se realiza como parte de una rutina diaria, el niño sabrá, por ejemplo, que después del baño y antes de que le pongan su ropita, alguien (sea la madre, el padres u otra persona) le proporcionará un momento de bienestar.

Uno de los mayores beneficios del masaje en esta etapa lo recibe el sistema gastro-intestinal. Le ayuda en situaciones de cólicos, gases y estreñimiento disminuyendo el dolor y las incomodidades. Además el masaje en la zona del pecho, espalda y hombros ayuda a regular el sistema respiratorio, y esto hace que los niños asmáticos respiren mejor y estén más tranquilos.

En resumen, el masaje:
  • Estimula el cerebro.
  • Constituye un estupendo estímulo para el desarrollo intelectual, emocional y afectivo.
  • Ayuda en los períodos de adaptación en los que el niño tiene una mayor dificultad.
  • En los niños con necesidades especiales reduce el estrés.
  • Crea un lenguaje corporal en los niños, lo que les hace sentirse protegidos.
  • Produce la relajación del sistema nervioso y hace que los niños estén más tranquilos y receptivos.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ventanita de la Clase

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Reunión Curso 2013-2014

El próximo lunes 9 de septiembre a las 18:30h tendremos en la Escuela una reunión con las familias para informaros de diferentes temas relacionados con el desarrollo del presente curso.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Período de Adaptación

Vamos a comentar brevemente en que consiste el periodo de adaptación para que también os sirva de reflexión y ayuda para resolver las dudas que podáis tener sobre este período o de algún modo superar la angustia, si la hubiera, que os puede suponer dejar al niño/a en la Escuela Infantil.

Sabemos que el ingreso en la Escuela Infantil supone un cambio muy importante para el niño, “normalmente” es la primera vez que se separa de su familia, sale de su hogar para pasar a un espacio totalmente desconocido, con adultos desconocidos y con otros niños.

Las familias también sufrís una adaptación, ya que suele ser la primera vez os separáis de vuestro hijo. Y lo mismo sucede con las educadoras, que también tienen que adaptarse, cada niño es diferente, hay que conocerle, saber sus gustos y preferencias, y conseguir que disfrute y sea feliz en los primeros momentos, y luego, durante el curso.

La entrada del niño en la escuela infantil supone para él un importante cambio: Implica la salida del entorno familiar donde el niño ocupa un papel determinado, con una forma determinada de comunicarse y con un espacio que conoce, que le da seguridad y protección, y todo esto va a modificarse: su mundo de relaciones va a ampliarse al salir del círculo estrecho familiar, nuevos adultos y nuevos niños, y va a entrar en contacto con un nuevo espacio: la Escuela.

Este será paso muy importante en la vida del niño, y aunque en algunos casos al principio la separación le resultará dolorosa, el niño lo irá asimilando, y gracias a esta separación se incrementará su autonomía personal y su grado de socialización. Además de ser un paso necesario para aprender que los cambios no tienen por qué ser malos.

El niño experimenta cambios en las áreas de: higiene, alimentación, sueño, rutinas. Las rutinas que se establecen en la Escuela Infantil les ayudan en su organización del tiempo y la actividad, a relacionarse con sus iguales, con los adultos y en la organización del espacio y objetos.

Es posible que durante este periodo puedan aparecer en el niño conductas de rechazo:
  • Hay niños que desde el punto de vista somático pueden tener alteraciones de sueño, de alimentación, vómitos…
  • Algunos sienten ansiedad ante la separación y pueden sentir abandono, miedo, surgen los celos de los otros hermanos, o pueden tener comportamientos agresivos.
  • Desde el punto de vista afectivo y social se observa:
  • Niños que lloran: es la manifestación más generalizada.
  • Niños que no lloran y participan en la escuela de forma resignada porque la actividad les resulta novedosa, pero en el hogar manifiestan conductas negativas.
  • Niños que lloran y se niegan a ser atendidos por extraños.
  • Niños que se mantienen aislados, no participan, no se relacionan, permanecen sin moverse.
  • Niños que se aferran fuertemente a algún objeto que traen de casa, participan pero con el objeto en la mano.
Debemos saber que estas son manifestaciones normales de este periodo y que si lo entendemos de una forma natural estaremos ayudando al niño en la resolución de este proceso que es el periodo de adaptación.

Para todo ello va a necesitar que le ofrezcamos una gran comprensión y ayuda, ayuda que no consiste en evitar sus sentimientos y conflictos, sino en entenderlos. Y que comprendáis que cada niño tiene un ritmo de adaptación personal que hay que respetar.
 
Cuando hablamos de la separación mutua de niño-familia, entendemos que no sólo se adapta el niño, sino que los padres van a tener que adaptarse también.

Los padres tendréis una gran influencia en sus temores, sus expectativas, su ansiedad,... todo lo que vosotros sintáis: La inseguridad, la culpabilidad por la separación, el temor ante el cuidado que vaya a recibir el niño, todo eso son sentimientos habituales en los padres, pero debéis cuidar al máximo vuestras manifestaciones externas, para no trasmitir al niño inseguridad.
 
Consejos para padres 

De forma que, algunos consejos que podemos daros son:
  • Vuestra actitud es muy importante. Es necesario no actuar con inseguridad, duda o culpabilidad.
  • Durante el periodo de adaptación, en la medida de vuestras posibilidades es conveniente que intentéis llevarle y buscarle vosotros, eso le dará seguridad y se acostumbrará antes al cambio.
  • Debemos evitar el chantaje afectivo de “no llores que mamá se va triste”, o la mentira “no llores que mamá viene ahora”.
  • Cuando sea la hora de marchar es mejor no alargar la situación: decir adiós con seguridad y alegría. Es importante que no piense que la marcha de los padres es opcional o que si protesta con fuerza impedirá la partida.
  • No prolongar las despedidas en exceso. Hay que trasmitir al niño que lo que estáis haciendo es lo mejor para él.
  • Dejaremos que el niño lleve, si así lo desea, su juguete favorito, algo que le sea familiar y le mantenga unido con su hogar.
  • No es un buen momento para introducir más cambios en la vida del niño (quitar pañales, cambio de habitación...) Será conveniente esperar a que supere el proceso de adaptación.
  • Evitar al recogerle frases como “ay, pobrecito, que le hemos dejado solito”, “qué te han hecho?”
  • Puede que el niño, en el reencuentro con los padres llore o muestre indiferencia, estas son algunas manifestaciones que no deben angustiarnos, a veces el niño también experimenta sentimientos ambivalentes, contradictorios, al mismo tiempo siente la separación con la educadora y el deseo de ir con sus padres.
  • Es posible que surjan pequeñas dificultades, no os alarméis, solo está adaptándose a un ritmo diferente.
  • Ese pequeño desequilibrio del inicio del curso debe contemplarse desde una actitud serena de normalidad.
Objetivos para los papás 

Os proponemos como objetivos para vosotros:
  • Que superéis la angustia de la separación.
  • Que confiéis en el equipo educativo de la escuela.
  • Que os despidáis de vuestros hijos sin engaños y con seguridad.
  • Que conozcáis y valoréis el periodo por el que pasan vuestros hijos.
Objetivos para los niños
 
En cuanto a los niños, en el periodo de adaptación es muy importante la separación con los padres, pero no es solo eso, podríais pensar que si vuestro hijo no llora, se muestra contento y confiado, no necesita un periodo de adaptación.


Pero en este periodo implica a otras muchas cosas. Como objetivos durante este periodo el niño debe:
  • Aceptar el nuevo espacio y ser capaz de moverse libremente en él.
  • Explorar el nuevo material.
  • Adaptarse a las rutinas.
  • Comprender y recordar las normas y pautas que la educadora va estableciendo.
  • Establecer vínculos de afectividad con la educadora y los demás niños.
  • Admitir progresivamente la separación de sus padres.