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domingo, 28 de abril de 2013

Estimulación del Lenguaje Oral

La riqueza del espacio y sus elementos es uno de los mejores estimulantes del lenguaje, ya que una cosa antes de nombrarla ha de ser conocida y manipulada.

Es conveniente crear el deseo de hablar por parte del niño, haciéndole preguntas y respondiendo a las que hace, no anticipándose demasiado a sus demandas mímicas o gestuales.

Aprovechar todas las ocasiones ligadas a las rutinas diarias, juegos, todo tipo de tareas y actividades, para fomentar el intercambio lingüístico entre los niños.

Hablarles de manera clara, lenta y pausada en todo momento.

Hacerles una sola pregunta cada vez. Manifestar siempre interés, atención y respeto por lo que hablen, cuenten o pregunten.

Escuchar lo que dicen con actitud paciente y tranquila, esperando el tiempo que sea necesario. No provocarles prisa ni interrupciones.

Hablar mucho con ellos, explicándoles todas las acciones que se realizan, con un vocabulario rico.

No abusar de diminutivos ni de onomatopeyas para denominar objetos o acciones, evitando utilizar un lenguaje infantilizado que elude el nombre real de las cosas.

Ayudarlos a esperar turnos para hablar, a no gritar, a escucharse entre ellos.

Aumentar el vocabulario, presentándole objetos y verbalizando su nombre, función, tamaño, color…

Trabajar los órganos fono-articulatorios, con juegos de: hacer gárgaras, soplo con pajitas, pompas de jabón, pitos y trompetas, hinchar globos, movilizar la lengua con piruletas, movilizar labios, la mandíbula y ejercicios de relajación.

Observar y comentar ilustraciones, fotos, imágenes...

Contarles cuentos cortos, en los que intervengan animales, y ellos puedan participar con onomatopeyas, bailes, gestos; luego se les hará alguna pregunta sencilla sobre su contenido (nombre de los personajes).

Crear situaciones específicas que requieran el uso del lenguaje como poemas, retahílas.