Existen distintas etapas en el desarrollo del intelecto, que se puede estimular desde los primeros meses de vida.
La inteligencia del niño comienza a desarrollarse a
partir del nacimiento. La succión y llevarse objetos a la boca son movimientos
que enseñan al recién nacido a aprender. Más tarde, repeticiones y garabatos
son claves para adquirir conocimientos. Y, a medida que el pequeño crece,
también lo hace la importancia de los juegos en el desarrollo del
entendimiento. Existen, además de diferentes etapas por edades que se explican
a continuación, algunos consejos para estimular la inteligencia de los niños.
El desarrollo de la inteligencia comienza con el
nacimiento del bebé y se manifiesta a través de su conducta, que cambia con la
edad. Existen distintas etapas en la construcción del intelecto del niño:
sensomotriz (hasta los dos años), pensamiento preoperatorio (hasta los seis),
operatorio (hasta los doce) y la fase de entendimiento formal, a partir de los
12 años.
En cualquier caso, al hablar de inteligencia
infantil no se debe pensar solo en el cociente intelectual, sino de un modo más
amplio: la capacidad de entender, asimilar y elaborar la información y poder
usarla para resolver problemas. El tacto en los recién nacidos y los garabatos
en los bebés así como el juego son aspectos esenciales que los padres deben
estimular para potenciar el normal desarrollo del razonamiento del niño.
Movimientos que enseñan al
recién nacido a aprender
Hasta los dos años de edad (periodo sensomotriz),
la inteligencia se expresa en las distintas formas por las cuales los niños
afrontan dificultades o resuelven sus problemas. En este sentido, influye,
también, su desarrollo psicomotor, que les permite realizar acciones. Es el
caso del reflejo de succión -fundamental, ya que les permite alimentarse-, el
movimiento de llevarse objetos a la boca o aprender a hacer presión con los
dedos, para sostener cosas. "El desarrollo psicomotor de los niños y niñas
les proporciona las herramientas necesarias para experimentar y explorar el
mundo que los rodea", señala la Organización Mundial de la Salud, en un
artículo sobre el desarrollo de la inteligencia humana.
El entendimiento depende no solo de la edad y la
maduración de los pequeños sino, también, de otros factores como la
estimulación, la nutrición y el entorno en el que se crían. Durante sus
primeros meses de vida, los recién nacidos no tienen consciencia del paso del
tiempo: para ellos no hay más que un constante presente y solo existe el mundo
que pueden percibir a través de los sentidos.
Repeticiones y garabatos: claves
para aprender a entender
Tras el primer semestre, los bebés empiezan a
realizar acciones repetitivas. Es lo que se llama juego funcional: toman un
objeto y lo dejan caer de un modo reiterado. También dicen sus primeras
palabras, que consisten en repetir sonidos: papá, mamá, nene, tata.
Cuando el niño tiene alrededor de 18 meses, le
empieza a gustar hacer garabatos: con lápices o cualquier otro elemento que
sirva para dibujar. No lo hace, desde luego, con el fin de representar nada,
sino que juega con la sensación de movimiento y el efecto que produce sobre el
papel. Lo hace con cualquier mano y tomando los lápices de cualquier manera.
La importancia de los juegos en
el desarrollo del entendimiento
Poco a poco, los juegos cobran importancia en la
vida del niño. Y es que divertirse es fundamental para el desarrollo del
pensamiento. El esparcimiento infantil también atraviesa distintas etapas. La
primera, la del juego solitario. "Esta etapa se caracteriza por la
necesidad que tienen los infantes de manipular y experimentar todo de su
entorno", dice la OMS: música para bailar, objetos que buscar, esconder y
desarmar; así como movimientos que imitar que ayudan a explorar el cuerpo.
A partir de los tres años aparece el llamado juego
paralelo: el niño comparte espacio con sus compañeros pero no interactúa con
ellos. Hace preguntas que responde él mismo y su esparcimiento carece de reglas.
En esta etapa también aparece el denominado dibujo con nombre: el pequeño dice
qué ha dibujado, aunque, por supuesto, su obra no se parece en nada a lo que el
niño dice. Lo importante de esta fase, afirma la OMS, es que "existe una
intencionalidad en el dibujo y que el niño lo describe verbalmente".
Contar lo que plasma en el papel refuerza su capacidad de simbolizar.
Un poco después, en torno a los cuatro años, el
juego comienza a ser más socializado. Niños y niñas ya interactúan entre sí y
reina la fantasía. Se inventan roles, historias, personajes y, poco a poco,
adquieren la capacidad de respetar las normas para los juegos grupales.
Consejos
para estimular la inteligencia de los niños
La estimulación en los primeros años de la vida del
niño es fundamental para el desarrollo de su inteligencia. Para ello, la
Organización Mundial de la Salud cita una serie de recomendaciones.
· El cariño, el lenguaje y el juego son los
elementos más importantes para el desarrollo de la mente de los niños. Sobre
todo, que los padres dediquen tiempo a estar con ellos y les presten toda su
atención.
· Los pequeños aprenden con la práctica y la
experimentación. Tienen que contar con la libertad para explorar y jugar.
· Lejos de ser algo superficial, el esparcimiento
es un aspecto esencial en el crecimiento. Favorece el desarrollo mental, físico
y social de los niños, incita su curiosidad y provoca su espíritu de
investigación. Y no solo los juegos que consistan en resolver problemas (como
los puzles o la magia) sino, también, los espontáneos que los niños se
inventan.
· Cantar canciones, acompañarlas con aplausos o
movimientos del cuerpo, dibujar, leerles o contarles cuentos, etc. son
actividades que les motivan mucho.