Fundamentalmente el miedo a la separación se basa en que el niño/a, generalmente antes del año, son capaces de relacionar su dependencia con el adulto que está a su cuidado. Éste, que atiende todas sus necesidades, le tranquiliza con su presencia y, por la misma razón, le hará sentir inseguridad con su ausencia.
Dado que el niño/a de esta edad ya es capaz de retener en la memoria objetos y personas, se alegrará al ver «caras» conocidas, y, de forma complementaria, sentirá miedo ante la presencia de adultos extraños.
Con todo ello, el miedo y ansiedad que manifiestan ante la separación temporal, generalmente de la madre o adulto con quien haya establecido un vínculo afectivo básico, es uno de los principales problemas emocionales que los niños y niñas afrontan cuando tienen entre siete y diez meses, edad en que ya perciben esa separación. No es de extrañar, pues, que el niño llore desconsoladamente, incluso a veces, pierda el apetito y/o el sueño, o se muestre inactivo y apático.
Por esto, si escolarizamos a nuestros hijos/as tempranamente es muy importante tener en cuenta estas reacciones en ellos, y prever, durante las primeras semanas de curso, conjuntamente con los educadores, un proceso de adaptación a la escuela, el cual les ayudará a integrarse progresivamente a un nuevo ambiente, con niños y niñas de su edad, adultos que no conoce, etc.
Las Escuelas Infantiles de la etapa 0-3, suelen planificar y orientar a los padres sobre el proceso de adaptación, precisamente para minimizar los efectos de la ansiedad por separación que padecen los niños y niñas al inicio de la escolarización, teniendo en cuenta, generalmente:
- Un horario de entrada y salida flexible, siendo los primeros días de pocas horas de permanencia en el centro, aumentándolas progresivamente.
- Información diaria a las familias sobre cómo ha pasado el día.
- Transmisión a los padres y madres de una sensación de confianza, relativa a la seguridad de que sus hijos están bien atendidos.
Este proceso también es positivo para los padres, ya que para éstos también puede ser difícil separarse de sus hijos, aferrándose a ellos, casi siempre inconscientemente: no dejarlos nunca solos, estando encima de ellos, incluso evitando dejarlos en compañía de los abuelos u otros familiares cercanos, o retrasando lo más posible su incorporación a la escuela.
Pero el niño/a supera progresivamente sus miedos y ansiedades, sobre todo si vive experiencias positivas en la escuela, si la relación con el educador o la educadora es agradable, si la espera se le hace corta.
La Escuela de Educación Infantil tiene necesariamente que organizarse de manera que los niños y niñas se sientan lo más a gusto posible, como en casa -sin substituir a ésta-, donde el ambiente que se crea y la relación que se establece con ellos es básicamente afectiva.
Aún así, en la escuela se viven un ritmo de vida, unas actividades, unos horarios, pautas de conducta y normas nuevas y diferentes para los más pequeños: es un nuevo proceso de socialización.
Fuente: www.ceapa.es